domingo, 8 de abril de 2007

HISTORIA DEL LIBRO QUE ENCONTRÉ

CÓMO FUE QUE ENCONTRÉ EL MANUSCRITO

¿Qué como di con el muerto?. Pues resulta que yo estaba terminando de estudiar ciencia política en la UAM-I de la Ciudad de México. Todo comenzó en julio de 2006 cuando me ofrecieron un buen trabajo justo antes de comenzar el nuevo ciclo escolar, entonces decidí hacer una pausa en mis estudios para dedicarme de lleno a trabajar. Pero para mi sorpresa el trabajo no estuvo como yo esperaba y al mes siguiente tuve que dejarlo, así que como no me había inscrito en la escuela decidí matar el tiempo haciendo otra cosa, entonces, con lo poco que tenía ahorrado decidí salir fuera de la ciudad para buscar inspiración para mi siguiente trabajo literario. Desde hace años había querido viajar caminando por todo el litoral mexicano que pudiera, quitándome los zapatos y andando descalzo por las playas de Chiapas, Oaxaca, Guerrero y luego seguir por Michoacán y Colima hasta terminar en Jalisco, mi tierra natal, para llegar a mi meta final que era Vallarta. Caminar por la playa todos los días me hizo descubrir las hermosas playas y lo increíble que son las costas de México, las diferentes texturas de la arena, las diferentes alturas de las olas y los diferentes horizontes y puestas del sol.
Pero entonces llegó lo interesante. Resulta que llevaba ya casi dos meses caminando por la costa cuando de pronto, unos diez kilómetros antes de llegar a Zihuatanejo, vi a lo lejos un tumulto de personas muy compacto que estaba haciendo algo inusual, había patrullas y mucha gente mirando hacia un punto justo donde azotan y terminan las olas. Conforme me iba acercando me di cuenta de lo que estaba pasando, eran unos policías que estaban revisando a un cuerpo bocabajo con una larga gabardina negra, que parecía ya no mostraba señales de vida. En realidad estaba viendo a un ahogado o por lo menos alguien que había muerto en la playa y que estaban investigando. Justo cuando lo estaban moviendo hacia adentro (porque la marea estaba subiendo), pude voltear hacia las olas y vi un objeto que estaba más allá yéndose por el vaivén del oleaje, entonces corrí a ver de qué se trataba y me di cuenta de que era un morral de cuero negro que estaba flotando queriendo meterse al mar para siempre. Agarré el morral y me lo llevé hacia la arena, me senté a ver de qué se trataba y fue entonces cuando dos policías me vieron y me gritaron que qué estaba haciendo, que quién era yo, así que les mostré mi identificación y les dije que andaba de paso. “¿Tú sabes quién era este hombre?” me dijo uno de ellos, “no”, le contesté asertivamente al oficial y entonces el otro me dijo “a ver, vente pa’cá”. Así que caminamos hacia el cuerpo justo cuando lo estaban volteando y nunca voy a olvidar esa cara como si estuviera mirándome y diciéndome que yo había sido el culpable. “¿Lo conoces?” me volvieron a preguntar y yo volví a decir que no. “¿Qué es eso que traes?”, “¿esto?, mi morral”, “no es cierto –dijo una señora-, yo vi que lo recogió de allá”. El primer impulso que sentí fue correr, así que fue la peor elección que tomé y no tuve otra salida que fugarme a todo lo que me daba tratando de escapar, ya no sólo de los demás policías, sino de casi toda la gente que comenzó a corretearme. Fácilmente corrimos como cinco kilómetros, casi tres cuartos de hora corriendo a todo lo que me daba, luchando contra las pisadas que se me enterraban en la arena, muerto de sed y ya adelante se me terminaba el camino porque empezaba una zona de riscos y tenía que ponerme los zapatos...

Los policías me agarraron un poco más adelante. “Esperen, ya no tiene caso que les diga que voy de paso y que yo no vi nada, ¿verdad?”, “hasta crees”, me respondió uno que me tomó del pantalón y me arrastró a la patrulla. Me llevaron al MP del Ayuntamiento, quién sabe dónde en un pueblo costero pequeño. Pero de lo que sí me aseguré fue de aprovechar el primer momento que pude de aventar hacia unas rocas un libro que ya había visto en el morral y que me pareció intrigante. Cuando me dijeron que qué traía yo en el morral les dije que no era mío, que lo encontré en la playa cerca del cuerpo mientras lo revisaban. Les mostré mi identificación, mi curp, mi credencial de elector, mi credencial de la universidad y si yo fuera anciano mi credencial del insen, pero no querían creerme. Les dije que iba de paso y me volvieron a traicionar los nervios. Entonces me levantaron y me llevaron al anfiteatro a ver nuevamente a ese hombre encuerado sobre la plancha y me pidieron que lo identificara porque no sabían quién era, yo les dije que no tenía la más remota idea y les pregunté que de qué había muerto. Ellos me dijeron que lo habían encontrado ahogado, vestido con ropa urbana que no era de la zona y yo más bien había notado que era como dark, incluso todavía se le alcanzaba a ver un poco de maquillaje en la cara y los tatuajes eran evidentes. “No sé quién es, ¿qué no entienden?, yo iba de paso, fui un estúpido al haber corrido, me llené de terror, ¡odio los cadáveres!”, “¿y ese morral?”, “debe ser de él, lo acababa de encontrar ahí muy cerca”, los tipos me lo arrebataron y comenzaron a vaciar el contenido sobre otra plancha: unos lentes, un celular, una jeringa, una memoria de 256 megas, una cartera vacía sin dinero ni identificación, pero con la foto de una chava muuuuy bonita, un encendedor, unos cigarros, un juego de ajedrez portátil y ropa interior usada. Nada que me incriminara y nada que me vinculara con ese desconocido por ahora, excepto el libro ¡por supuesto!. Nunca voy a olvidar su cara, me exigieron nuevamente que lo reconociera y yo les volví a decir que no sabía quién era. Luego entró alguien comentando que a un kilómetro adentro del mar hay un islote, y acababan de enterarse que varias personas se estaban drogado allá, “¿lo ven?, háganme un antidoping, yo estoy pirado todo el tiempo, no necesito de esas cosas para estar viajado”, “no te burles de nosotros”, me dijo un policía mientras me tiraba un zape en la cabeza.
Al final me hicieron todas las pruebas y luego de tres días el MP, violando mis derechos constitucionales, tuvo que dejarme libre por falta de pruebas...

Salí de ahí y en cuanto pisé la calle me lancé a comprarme unas quesadillas y un jugo de naranja y de inmediato hacia la playa para buscar el libro. Cuando llegué estaba frente a la enorme playa y otro problema, ¿dónde chingados lo había dejado? A ver, tuve que regresar al lugar del crimen y volver a aventarme corriendo los cinco kilómetros a la misma velocidad, para ver si volvía a dar con el cuaderno. Fue entonces cuando calculé que ya estaba cerca y comencé a buscar y a lo lejos otra vez estaba siendo devorado por la playa, el móndrigo cuaderno ahora protegido sólo por un estuche de cierre con la cremallera bien cerrada, era como una agenda pero yo había estado pensando que traía direcciones como para saber la identidad del tipo y dar con sus familiares. Entonces me volví a meter a luchar con ese miserable oleaje que ya se lo había tragado y terminé todo empapado pero no me importó. Cuando me di cuenta que sí era la agenda procedí a abrirla. No había nada de datos, sólo páginas en blanco y creí que no valía la pena, pero al final de las hojas encontré algo que estaba escrito de atrás hacia delante: “Es de noche. El doctor Cronos cerró la última escotilla de la nave en el año 24500. La guerra interminable de los 500 años ha logrado que mueran 20 mil millones de seres humanos”. “¿Qué es esto?”, me dije y seguí leyendo. Mientras estaba avanzando en la lectura me di cuenta que era una historia muy interesante, una novela, entonces adelanté unas hojas y descubrí que la historia no tenía final, el tipo la había dejado inconclusa. Pero al seguir leyendo con detenimiento descubrí que era la historia más fascinante que había yo leído, una historia de una niña que viajaba sola por el espacio y que sufría una metamorfosis, que viajaba por el universo y que le pasaban muchísimas cosas. Fue entonces cuando me di cuenta de que esta historia podría tener cierto paralelo con algo que yo había estado bocetando. Así es como surge la que yo creo podría ser la más grande novela que podría estarse escribiendo en ese momento.

Actualmente la sigo escribiendo, a pesar de todo no llevaba mucho avance y me tomé la libertad de proteger los derechos, cosa que estoy dispuesto a ceder si llego a saber el nombre del autor y también por eso abrí este myspace, para saber si alguien supo de lo sucedido más o menos a mediados de octubre de 2006 en Guerrero y cerca de Zihuatanejo, que me avise y le comunique a su familia que tengo su cuaderno.

Mientras tanto les presento en exclusiva la historia de Hada, por cierto, así le puse porque el hombre misterioso no le había dado un nombre a la novela. No la voy a presentar completa, porque aún no la termino (pienso dividirla en cuatro partes, el libro primero -150 cuartillas-, ya está concluido), pero sí quisiera que me ayudaran a darla a conocer, vale la pena y creo que sería un best seller si alguna editorial se animara a publicarla.
Mientras tanto yo sigo escribiendo, la historia ha dado muchos giros, pero siento que cada vez está más interesante, no sé cuándo la termine porque se ha extendido un poco, yo pienso que para finales de julio o principios de agosto próximo estará terminada. Todavía no he decidido cuánta historia subir a la red, espero tus comentarios y sugerencias. Si quieres inscribirte a las entregas semanales que voy a hacer por correo electrónico, no dejes de mandar un correo a rinocerebro@yahoo.com con todos tus datos, incluyendo dirección y teléfono, es gratis y en exclusiva para ti. Por seguridad, no quedarán inscritos quienes no envíen sus datos completos, por esta razón pido tu comprensión.

Un abrazo y que disfrutes de esta enigmática historia, pues como yo, ahora una parte es tuya también.


Atentamente
Alfredo Ortiz García
Más sobre mí en www.geocities.com/rinocerebro, ahí hay más de lo que escribo y se puede tener una idea del giro que tomará la historia. Myspace (a partir de fines de enero): www.myspace.com/el_hexagrama

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